Esta soy yo,
un puntico de lapicero, un ser en el basto universo abstracto que me rodea, que no para de impresionarme.
Soy diminuta, en muchos sentidos. Me hago polvito en la inmensidad del cosmos,
insignificante en medio de tanta bastedad. De repente pienso en todos los lugares que he transitado, las veces que me he sentido conectada con la tierra, el cielo y los otros. Entonces comprendo,
que ser ínfima jamás tendrá que ser un problema
ni se convertirá en un miedo paralizante. Pues el estar conectada con la vida,
disipa todo temor. No soy de ningún lado, ni pertenezco a cualquier lugar, a diferencia de quién sabe
no creo haber echado raíces en alguna parte, he estado donde el viento me ha llevado aunque no he aprendido la divina moda de "fluir" y resulto dándome a golpes con los muros, los arbustos y las rocas. Vivo en esencia como un ser que añora permanecer
y habitar continuamente, pero por la supervivencia de mi espíritu,
he aprendido a vivir como nómada, aceptando que debo irme, cuando ya no me gusta
o por costumbre,
irme por falta o porque ya no vale la pena quedarme. Recojo casi sin protestar mis chécheres, y descubro que a pesar de sentir que lo tengo,
es decir, que tengo lo que necesito, no hay nada ni nadie que me pertenezca, excepto el amor que nace de mí, este amor mío. Y me lo repito porque desprenderme me duele, como un golpe en el dedo pequeñito del pie, intensa e inesperadamente. Al reubicarme, trato de ordenar lo que está a mi alcance mientras la vida va proponiéndome encuentros y oportunidades, que trato de aprovechar, dejándome esa sensación de vértigo en la boca del estómago, de presión entre mi pecho y mis anhelos.
Unos le llaman incertidumbre,
yo no sé como llamarlo.
Volteo varias veces para mirar atrás,
esperando que, en ninguna ocasión,
vaya a convertirme en una estatua de sal.
Confiriéndole a mi pasado más importancia de la que debería y dándole a mi presente un catálogo de pensamientos, sobrepresamientos, superpuestos, unos encima de otros, atascados, posiblemente sin resolver, otros cuántos ya resueltos. Soy un punto diminuto, que subsiste, está rodeada de magia
y de magnitud, que, en unos cuántos párrafos, quisiera descubrir el misterio para atreverse más y que el día de hoy no pese tanto como pesó el de ayer. Procurando en cada línea, recuperar el norte que perdió en su vida de transeúnte, sin sentir culpa ni tratarse como una desconocida sino existiendo en comprensión y mucho respeto, por honor a lo que soy, un puntico de lapicero.
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